Encontrar a Dios en todas las cosas. Es una de las enseñanzas que San Ignacio de Loyola nos enseña con su vida. Después de ser herido de gravedad en sus piernas en el campo de batalla. Ignacio pasó mucho tiempo en reposo.
Ahí acostado, reflexionando sobre su antigua vida y las lecturas que tenía a la mano, san Ignacio empezó a notar cómo el deseo de seguir a Dios crecía en su corazón.
Como tenía pasado de caballero no le importó llevar al extremo el ejemplo de otros santos, en una ocasión se arrodilló por ocho horas y ayunó durante una semana. Es acá donde nos preguntamos, que haría yo para ser Santo también.
Pero en lugar de acercarle a Dios, esto lo hizo sentir infeliz. Estaba tan desesperado que incluso consideró terminar con su vida. El llamado de Dios era a buscarlo a su propia manera y fue entonces cuando comenzó a prestar atención a sus sentimientos más profundos.
Meditando la vida de Jesús y mirando en su interior, san Ignacio comenzó a desarrollar el discernimiento, pero más importante, a practicar los ejercicios para acercarse más a Jesús.
Quizá el punto es que tal vez no necesitamos seguir estrictamente los pasos de otros, sino que en nuestro propio pasos y espacio: familia, trabajo, amigos, relaciones sepamos discernir ese encuentro y con simples acciones que agraden a Dios, como lo es amar y ayudar al prójimo. Que todo lo que hagamos sea enfocado en eso.
Te invito a pensar y reflexionar en tus heridas y en aquello que has perdido sin más remedio. Quizá sea una gran oportunidad para empezar una nueva vida en Dios.
Dios nos invita a buscarlo y encontrarlo en todas las cosas.
Te invitamos a ver el siguiente video para conocer más de la historia de este Santo.
Fuentes: catholic-link.com / jesuitas.es