¿Estoy en tu corazón?
De la noche al alba
ECOS

De la noche al alba

Creditos: Pexel/Maksim

De la noche al alba. Cuántas veces hemos sentido las cadenas invisibles y pesadas que aprietan nuestra alma y oscurecen y nublan cada pensamiento, puede ser una pérdida de empleo, una relación amorosa, un ser querido, etc. Y nos sentimos solos, impotentes y abandonados, deprimidos y ansiosos. Y cuantas veces hemos alzado esa voz quebrada pidiendo ayuda y parece no pasar nada.

En esos momentos, el corazón se convence de que la noche será eterna y que no hay salida. Pero la verdad es que todo, incluso el dolor más profundo, es pasajero. Así como el invierno no detiene la llegada de la primavera, la noche más larga no puede impedir que el sol se levante.

En la oscuridad más densa, el alba está más cerca de lo que imaginamos. La fe y la esperanza son pequeñas luces que, aunque parezcan frágiles, tienen el poder de guiarnos hasta el amanecer. Ningún sufrimiento dura para siempre; las lágrimas, por más abundantes que sean, un día se secan. Y cuando ese día llega, descubrimos que la lucha no nos destruyó, sino que nos hizo más fuertes, más compasivos y conscientes de la belleza de la luz después de la sombra.

Incluso esas lágrimas sin palabras son oraciones que llegan a Dios, y eso no los olvida. Es la oración más sincera del corazón.

El tiempo es un viajero silencioso. Llega, pasa y, casi sin que lo notemos, nos conduce de una etapa a otra.

Reconocer nuestra debilidad ante Él no es un signo de derrota, sino de sabiduría. El alma madura cuando comprende que su fuerza no depende de su propio poder, sino de la presencia constante de Aquel que la sostiene. Por eso, aunque las noches oscuras lleguen, siempre hay un amanecer; aunque haya lágrimas, siempre habrá una razón para cantar.

El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido.
(Salmo 34, 18)

Que te abate alma mía, pon tu confianza en el Señor. Que aún le cantaré a mi salvador. Salmo 42, 6

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